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Año: 2003

Espíritu navideño

Espíritu navideño

Acabamos de colocar los adornos navideños. El nacimiento, con figuritas de porcelana, el adorno de la puerta de Casa. Supongo que ya me he creído que estábamos en Navidad. Todo lleva adornado y encendido un mes, pero la Navidad no llega hasta la lotería 🙂

Sé que a mucha gente estas fiestas les sientan mal, que critican el consumismo, que les deprime, que echan de menos a los que ya no están.
Personalmente, me pregunto si no les echan de menos también en verano, mientras toman el sol en la costa levantina.
Supongo que yo tengo suerte. Me gustan estas fiestas. Me gusta salir a comprar regalos, aunque sean puros caprichitos… pero casi tiene más gracia: comprar cosas chulas y con algún significado, aunque sólo sea un detalle. Me agobia, como todo el mundo, la típica tarde en la que no se puede dar un paso por el centro. Por eso voy temprano… y me encanta volver con cosas que envolver. Y procurar seguir las pequeñas tradiciones familiares.

Para cada uno la Navidad tiene un significado. Eso es indiscutible. En cualquier caso, hoy si que sí…

¿Cómo podría definir tal inquietud?

¿Cómo podría definir tal inquietud?

Cuando viajo y me quedo mirando fijamente el paisaje que hay detrás del cristal, allí todo es algo más que hermoso: los campos rociados por el sol, los árboles de alborotado follaje en primavera, las nubes desdibujadas en un firmamento azul. Es ese mundo donde el amarillo, el verde, el azul cobran sentido y color deja de ser un nombre. Pero a veces, como hoy, la vista se pierde por detrás de tal esplendor. El tiempo pasa pero algo te inquieta. Ya queda menos, pero el tiempo parece escaparse. Es en esos momentos cuando uno siente que a cada segundo se consume más ese sueño profundo que la velocidad arrastra hacia la nada. Esos segundos en los que sabes que estás perdiendo algo que es tuyo, que es tú. ¿Cómo podría definir tal inquietud?

Un día revitalizante

Un día revitalizante

Hace un día precioso por estos lares, claro, fresco, revitalizante. La temperatura es de -3 grado centígrado; algo durillo en esta vieja tierra.

¿Mi apetencia de hoy? Pasar todo el tiempo que pueda bajo una manta… y mejor aun si se tiene ocasión de compartirla con alguien especial 😉

He estado pensando en un famoso koan que dice: ¿Cuál es el sonido de una mano que aplaude? Yo opino que ninguno. Si no hay dos manos no hay aplauso. Es muy simple. Estrellas, galaxias, aplausos. ¿Qué quiere decir? Quiere decir que todos necesitamos a alguien. Seas una constelación o un protón, un yin o un yan, todos relacionados con todos. Como Rometo y Julieta, el pescado y las patatas, Tom y Jerry, Epi y Blas, caballo y vaqueros, Marco Antonio y Cleopatra.

Tan sólo una ilusión

Tan sólo una ilusión

Los fenómenos ocurren porque hay una causa y un transcurrir del tiempo, es decir, existe una unidireccionalidad e irreversibilidad en todos nuestro actos que inevitablemente conducen a un resultado. Dejamos caer un vaso y se rompe, y ya podemos esperar un buen rato si confiamos a ver cómo los pedazos del suelo vuelven a juntarse y saltan de nuevo hacia nuestra mano en forma de vaso. Visto de esta manera la cosa parece obvia y muchos de vosotros diríais que se trata de la entropía, la tendencia de un sistema ordenado hacia el desorden. Pero si somos curiosos y osamos dar un paso adelante preguntándonos por qué ocurre así y no al contrario, tendremos que arremangarnos la camisa y meternos de lleno en el apasionante mundo de la física.
Para la física la naturaleza es tremendamente simétrica, lo verdaderamente notable de distinguir entre derecha e izquierda es que solamente lo podemos hacer mediante un efecto muy débil, la llamada desintegración beta. Lo que representa el 99,99 por ciento de los casos. Se trata de un misterio sobre el que nadie tiene todavía la más remota idea.
Otra cuestión que trae de cabeza a los físicos es la distinción entre pasado y futuro. A pesar que nuestra conciencia describe una hecho tan obvio y tan profundo como la diferencia entre pasado y futuro. Recordamos el pasado y no recordamos el futuro. Nuestra conciencia de lo que puede ocurrir es de índole distinta de nuestra conciencia sobre lo que probablemente haya ocurrido. Desde un punto de vista psicológico el pasado y el futuro resultan completamente distintos, con conceptos tales como memoria y aparente libre albedrío, en el sentido de que creemos que algo podemos hacer para influir sobre los acontecimientos futuros, mientras que nadie, o casi nadie, cree que pueda hacerse algo que afecte al pasado. Remordimiento y esperanza son palabras que distinguen perfectamente el pasado del futuro.
Ahora bien, si la naturaleza está hecha de átomos y nosotros mismos estamos hechos de átomos que obedecen las leyes de la física, la interpretación más obvia de esta evidente distinción entre pasado y futuro sería que algunas leyes, algunas de la leyes del movimiento de los átomos, fueran en un solo sentido y no en ambos. Es decir, que en los entresijos existiera algún tipo de principio por el cual de un coso sale una cosa, pero nunca a la inversa, con lo que el mundo iría siempre de coso a cosa, y que esta orientación unidireccional fuera la causa de que los hechos parezcan moverse en un solo sentido.
Pero todavía no hemos descubierto ningún principio parecido. Es decir, en todas las leyes de la física descubiertas hasta el presente, no parece que exista distinción alguna entre el pasado y el futuro. La película debería ser igualmente razonable en ambos sentidos.
En la correspondencia entre Einstein y su viejo amigo Besso y en sus últimos años, Besso insiste constantemente en la cuestión del tiempo. ¿Qué es el tiempo, qué es la irreversibilidad? Einstein, paciente, no se cansa de contestarle, la irreversibilidad es una ilusión, una impresión subjetiva, producto de condiciones iniciales excepcionales.
La correspondencia quedaría interrumpida por la muerte de Besso, unos meses antes que Einstein. Al producirse el óbito, Einstein escribió en una emotiva carta a la hermana y al hijo de Besso: ‘Michele se me ha adelantado en dejar este extraño mundo. Es algo sin importancia. Para nosotros, físicos convencidos, la distinción entre pasado, presente y futuro es sólo una ilusión, por persistente que ésta sea.’

Luz de luna

Luz de luna

Sería a causa de la luz lunar, que todo en distancia se vuelve irreal, pero al ver la figura alada posada aquella noche en la cornisa de la ventana, lo primero que pensé era que un ángel venía a mí. Un poco más tarde, ya calmado y procurando mirar con atención, me di cuenta de que el difuso brillo lunar sólo iluminaba mi alma que huía.

Paraíso perdido

Paraíso perdido

Esta mañana me dio por pensar en paraísos perdidos. Aquellos lugares de ensoñación donde todos nuestros deseos se hacen realidad, donde la gente vive feliz y en pura armonía… Es lógico pensar que cada uno tiene en mente su paraíso particular, dependiendo exclusivamente de las pretensiones de cada uno… La mayoría de estos lugares son pura utopía. Sitios imposibles de conjugarse en la realidad. Muchos escritores han recreado algunos de estos lugares idílicos, como Gabriel García Márquez en su Macondo de ‘Cien años de soledad’, Innisfree en la cultura celta, Cicely, etc…
Pero existe un lugar en el mundo que se acerca a ese ideal de paraíso perdido. Es más, en aquel lugar se rodó la magnífica película ‘Mediterráneo’. Se trata de la pequeña isla griega Kastellorizon, una isla de románticos, enamorados y escritores… El escritor y periodista Javier Reverte en conversación con la chipriota Helena, dice lo siguiente:

‘-¿Y qué ve de especial en Kastellorizon? -pregunté.
-No me diga que no lo nota. Es un lugar donde la gente es feliz. Y eso, en estos días, es casi un milagro.
-¿Está segura de que todo el mundo es feliz aquí? He visto algunos tipos malhumorados.
-Esos son los que no quieren que vengan extranjeros. Pero sonríen cuando no les miramos. ¿Es feliz la gente de su país?
-Unos sí y otro no.
-Como en Chipre. Yo me pregunto por qué la gente no aprende a ser feliz. Es muy fácil. Si tu ciudad no te gusta, te vas a otra. Si tu empleo te aburre, te buscas uno que te divierta. Si una comida la aborreces, pues no vuelves a probarla. Y si no estás enamorada de tu marido, le dejas y todo arreglado. Fácil, ya lo ve.
-¿Usted es feliz, Helena?
-Trato de serlo. Pero tengo seis hijas y esos supone que tengo que hacer de vez en cuando algunas concesiones al aburrimiento. Mi marido, por ejemplo, me cansa de vez en cuando. Pero es el padre de mis hijas, ¿comprende? De todas formas, me tomo unas vacaciones cada año y me relajo un poco del matrimonio. ¿Está usted enamorado de su mujer?
-Desde luego.
-Yo a mi marido le quiero mucho, aunque ya no es lo mismo que antes. Va demasiado a las tabernas…, para mi gusto. Pero tiene unos bigotes preciosos. Yo siempre he pensado que…’

Un par de labios

Un par de labios

parlabios

Un par de labios empezaron a hablar. Se dijeron cosas que yo no pude escuchar. Un par de labios se empezaron a tocar, lentamente, torpemente…
Un par de labios se estrecharon en una caricia íntima, carnosos y húmedos, como rosas abiertas. Una lengua se abrazó a la otra, una lengua se enroscó en la otra. La saliva de una boca empezó a ser la de la otra. Un par de labios se separaron. Un par de labios se dijeron adiós para siempre. Un par de labios se conocieron aquella tarde. Ya sé lo que se dijeron al principio: «Dame un beso», sólo eso, ¿para qué más?

Belum

Belum

En Indonesia existe una palabra de uso común que va retorciéndose como un alambre finamente a la necesidad de la existencia de blancos o de negros.
Tal palabra es ‘belum’ y significa algo así como ‘no mucho todavía’.
Precioso concepto que significa la posibilidad de continuar. ‘¿Hablas chino?’ ‘Belum.’ ‘No mucho todavía.’ ‘¿Tienes algún niño?’ ‘Belum.’ ‘¿Conoces el sentido de la vida?’ ‘Belum.’ Se considera inadecuado y cínico contestar ‘no’ a secas. Este estado de cosas conduce a situaciones graciosísimas. ‘¿Se está quemando el taxi?’ ‘Belum.’ No mucho todavía.
Se trata de una actitud parecida a la que se encuentra en el fondo de aquel viejo chiste de espectáculo de variedades: ‘¿Tocas el violín?’ ‘No sé, no lo he intentado nunca.’ Quizás. Puede ser. Posiblemente. Ni sí ni no, sino dentro del reino de lo posible. En esta larga travesía en autobús por la aventura humana se aceptan los márgenes flexibles.
¿Es éste el mejor de los mundos posibles? Belum.
¿Vamos caminando hacia el fin del mundo? Belum.
¿Viviremos felices eternamente? Belum.
¿Podemos funcionar sin armas de guerra?
No sé, no lo hemos intentado nunca.
¿Es posible creer que seríamos capaces?
Belum. Todavía no.

Primer recuerdo

Primer recuerdo

precuerdo

A veces me da por recordar los días de mi infancia. Muchas cosas aparecen en mi memoria como breves fotogramas, momentos fugaces. Supongo que es cierto que muchos días ves, oyes, vives cosas que te gustaría guardar intactas para siempre pero que al cabo del tiempo se olvidan o se recuerdan vagamente.
Yo creo que aunque dejes de escuchar el tono de aquella voz, el color de aquel paisaje o el olor de la casa de tus abuelos, hay sensaciones que siempre quedan. Puede que no sean recuerdos exactos, y puede que creas que ya no los tienes, pero de repente suena una canción en la radio y todo viene a la cabeza o hueles el PVC del balón hinchable de Nivea y todos los veranos con los primos y con todas las anécdotas parece que fueron ayer.
Tiene su lado bueno. También las cosas horribles se recuerdan con menos intensidad y se van de la cabeza al cabo del tiempo.
¿Cuál es el primer recuerdo que tienes? Es decir, ¿qué es lo primero que recuerdas de tu vida? ¿qué es lo primero que no has olvidado?…
Yo recuerdo muchas cosas de cuando era pequeño y gracias a mi madre he logrado saber cual de todos esos recuerdos ocurrió primero… aún no había cumplido 2 años… era en cuna… sólo recuerdo una cuna que era toda de metal y cuyo colchón tenía dibujado dibujitos de críos jugando con la pelota… también recuerdo la boda de mi tía y el pantaloncito marrón que no me gustaba nada… 🙂 En fin… como divagación del día ya está bien.

Domingo

Domingo

Domingo. Después de depositar delicadamente dos docenas de dalias donde Diana dormía, Daniel decidió dejarla. Dos dedos delgados, deliciosos, de Diana, descansaban detrás del drapeado dosel.
‘Dick dice disparates -discurrió-. Duerme, dulce Diana. Dentro de diez días descubrirás dónde debí dirigirme.’ Dolorido, desesperado, Daniel deambuló dejando Detroit. Diana despertó.
Desperezándose, dijo: ‘¿Dalias? ¡Doscientos dólares debió dejarme!
¡Degenerado!’ Destapó dos damajuanas dietéticas, deglutió diez damascos, deshojó doce dalias… Disparó… Detroit dormía.