Olvidada

Olvidada

En ese frío rincón del universo estaba habitando ella. Casi nunca se movía, únicamente pasaba largos ratos mirando triste y profundamente su alrededor, casi sin parpadear, casi sin respirar, casi casi sin estar.
En momentos quería sentirse vencida, para poder tener una razón lógica de ese estado vegetal en el que se empeñaba existir, pero no podía la derrota tomarla suya.
En muy raras ocasiones, la madre luna llegaba a visitarla hasta allá, y acariciaba de una manera muy sutil sus mejillas, y era entonces cuando podía vencer un poco su naturaleza frágil, y volver a sentir que realmente existía.
Cuando nuevamente sola quedaba en ese espacio, reflexionaba con melancolía sobre tiempo atrás, sobre todo lo visto y vivido, sobre ese rincón que hoy en día era su hábitat, sobre los momentos de fugaz paz que desde llegada ahí, tenía de vez en vez.
En ese sitio no había ni tiempo ni espacio, lo único que sentía correr era el aire entre sus cabellos y su cuerpo, suave, muy suave.
Hubo una vez un momento, en que dentro de esa aparente quietud algo distinto sucedió. Su mejilla estaba húmeda, y era que unas lagrimas la habían bañado. ¡Ella estaba viva!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *