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Mes: enero 2004

Mensaje de borrador

Mensaje de borrador

En este mensaje de borrador que voy a reciclar, hay cosas apuntadas sobre ‘las luces y el color del cielo’, que casi no recuerdo a santo de qué iban, quizás era recordando cómo me sorprendió el cielo de Helsinki, no pensé que fuera a ser tan hermoso.
La última cosa apuntada que reciclo es la pregunta «¿Dónde está la felicidad?» algunos dicen: ‘La felicidad está en saber lo que se quiere… Yo no sé donde esta la felicidad, no me parece que esté en saber lo que se quiere. Supongo que no eres feliz hasta que lo alcanzas y cuando lo alcanzas ya estás queriendo otra cosa. Sin embargo, intento seguirle el rastro a la felicidad. Creo que quiere llevarme por un sendero diferente: la felicidad está en saber lo que se tiene, en detenerse, dejar de pensar por lo que no se tiene o no se es, y mirar alrededor…
Leí en un prólogo hace tiempo que un Califa de Córdoba escribió en sus memorias: ‘Y fui feliz catorce días…’ luego dándose cuenta de su exageración añadió: ‘… no seguidos.’ He estado meditando sobre el asunto y la verdad, no me puedo quejar, la vida no me ha maltratado mucho, sólo lo justo para poner en su sitio las cosas importantes.
La felicidad creo que va de la mano de la paz interior, las cosas no dan felicidad, las personas a menudo dan preocupaciones. La felicidad está en uno mismo y hay que saber descubrirla con paciencia, conocerse y admitir las limitaciones que uno tiene, mirar hacia delante. ‘La capacidad de experiencia’, disfrutar de las pequeñas cosas, sorprenderse siempre.
La muerte no me preocupa, al menos la mía, no creo que merezca la pena derrochar esfuerzos en algo que no se puede controlar, bastante tengo con vivir que, a veces es difícil y a veces es estupendo. Hay que aprovechar y disfrutar cada momento mientras el tiempo pase y corra el minutero del reloj. Me preocupa más, en este aspecto, la pérdida de alguien querido, ya sea por accidente o por abandono. Es otra forma de muerte no menos dolorosa.

Pocas cosas

Pocas cosas

A continuación os transcribo mi poema favorito. Como no podría de ser de otro modo su autor es Mario Benedetti 🙂

En este mundo hay tan poquitas cosas
capaces de endulzarle a uno la vida
digamos la esperanza amanecida
o la lluvia que brilla en las baldosas

me gusta la constancia de las rosas
que nunca dan su espina por perdida
y también la tristeza repetida
de las palmas tan solas y orgullosas

pero no hay nada tan profundo y leve
como el alma y el vértigo y los labios
de esa mujer que al verla nos conmueve

para ser alguien entre cielo y suelo
y salvarse del odio y sus resabios
nada como el amor y su consuelo.

Por si las moscas…

Por si las moscas…

San Agustín se confesaba ignorante respecto a la razón de Dios en crear a las moscas. Lutero resolvió más atrevidamente que habían sido creadas por el diablo, para distraerlo a él cuando escribía buenos libros. Esta íntima opinión es ciertamente plausible.

Alma swahili

Alma swahili

 

Ayer leí una cosita que me gustó bastante y que me hizo reflexionar. Explica Abdullah -desde su punto de vista cultural swahili- que su cultura multirracial -los swahilis es una etnia cuyos orígenes provienen de árabes, somalíes, bantúes, etc- se le podría comparar a un viaje en circulo, es decir una civilización circular. Él se considera un hombre circular, ya que nunca quiso ir a un punto en el horizonte, al contrario de lo que hacen los europeos, siempre obsesionados por el futuro, empeñados en llegar siempre a alguna parte. El alma swahili vuelve siempre sobre sí misma, galopando sobre los monzones. Salen del pasado y vuelven al pasado después de darse una vuelta por el futuro. Los occidentales son distintos: gastan su vida destruyendo el pasado y cuando alcanzan el futuro ya están viejos y cansados. El hombre es sólo memoria y regreso.
Como reflexión no está nada mal. Creo que en parte tiene razón. Como integrante de una sociedad occidental no tengo muy claro adónde vamos a llegar con este progreso que nos empuja continuamente sin tregua. Hay cosas que corren más que nuestro propio desarrollo intelectual y si no llegamos a digerir todo lo que nos arrojan, difícilmente conseguiremos una perfecta armonía con nuestro entorno social. Tenemos que estar continuamente luchando, abriéndonos paso, consumiendo, sin darnos tiempo a pararnos durante unos instante y reflexionar sobre el camino recorrido.

Bricando de estrella en estrella

Bricando de estrella en estrella

Cuando las ciudades se llenan de recuerdos es espantosamente bello, pues es entonces que puedes respirar aires antiguos y llenar el alma de dulces memorias. Y tienes la oportunidad de tocar tu piel con suelos recorridos, con texturas provocadas por el pasado. Había una vez una cascarita de naranja… pedazo de cielo. La serena aceptación de lo que es… Que serena la noche, que sereno el viento y el frío dulzón que juega con mi cabello y mis ojos correteando por mi espalda y nadando entre los dedos de mis manos.
Tranquilidad y sosiego. Ando pero no estoy, pues navego brincando de estrella en estrella…

Loca de amor

Loca de amor

Parado en una esquina se encontraba el hombre más bello del mundo. Los ojos azules como el cielo eran un relámpago en la oscuridad. Su sonrisa acababa la tristeza de los afligidos. Su piel dorada como la arena irradiaba la suavidad de la seda. Su cuerpo duro como el acero, congeniaba con un corazón tan tierno como el de un bebé recién nacido. Esa fortaleza exterior no ocultaba el melado que llevaba por dentro. Ese físico tan perfecto, y esa alma tan noble, hacían realidad todos sus sueños. Sin poder soportar tanta belleza, cayo postrada a sus pies enloquecida de amor.

Coleccionar cualquier cosa

Coleccionar cualquier cosa

 

Tengo un terrible defecto. Puede que sea una virtud, quizá para unas cosas sea una virtud y para otras sea un gran defecto. Guardo cosas… lo guardo todo. No, no es que vaya por ahí recogiendo cosas de los contenedores. La «boutique de noche» que llama un amigo mío. Pasa uno toda la vida guardando cosas. Acumulándolas. Libros, discos, apuntes, fotos, ropa, revistas… un montón de cosas que lo ocupan todo y parecen muy importantes. Llevo muchos años introduciendo registros en una base de datos hecho para tal propósito: mi colección de discos, libros, sellos, etiquetándolo todo, y…
¿Recuerdas la época en la que coleccionabas recortes de cine? o ¿pegatinas? o ¿cualquier cosa como el más preciado tesoro? y años más tarde, un día, te pones por cualquier motivo a sacarlo todo, a embalarlo, y descubres que todo eso no es importante, que lo que hace que te de un vuelco el corazón es un trocito de papel con unas palabras escritas cuando eras crío, o un collar hecho de semillas de aquel verano hace tantos años, o una postal que te envió un amigo desde Praga.

Si tuviera que salir corriendo porque mi casa ardiera, cogería a… no lo sé. Y las cosas que echaría de menos, mis cosas favoritas serían esas pequeñas cosas irremplazables y lo demás lo tiraría gustoso preferiblemente con una catapulta.

Permanencia vital

Permanencia vital

Es extraño ver como pasa la vida, y como hay cosas que antes fueron vitales, y hoy, sencillamente, no son nada. Sin embargo hay otras, que a pesar de que el reloj no detiene su marcha, siguen ahí, y permanecen hasta este momento conmigo; a pesar de todo, sigo soñando, y estoy convencido de que, de esos grandes sueños nacen esas realidades, que se agigantan mientras, como puedo, voy tratando de vivir intensamente.

Venusinas

Venusinas

 

Las primeras llegaron al comenzar el mes de mayo. Eran tan bellas que hicieron soñar a los hombres a lo largo de los días y a lo largo de las noches.
Poco se tardó en saber que no eran nada hurañas, y los hombres se transmitieron la nueva. Hacían el amor con tal refinamiento, que dejaban muy atrás el ardor de sus rivales terrestres. El número ya grande de solteras aumentó.
Y seguían cayendo del cielo, más deseables que nunca, eclipsando a la mujer más maravillosa. Sólo el amor contaba para los hombres, y ellas no envejecían.
Mucho tiempo paso antes de que se dieran cuenta de que eran estériles.
Así que, cuando medio siglo más tarde sus robustos amantes llegaron de Venus, sólo quedaban en la Tierra hombres decrépitos y mujeres ancianas.
Tuvieron con ellos muchos cuidados y los trataron sin brutalidad.

Un microcuento de Pierre Versins.

Melancolía

Melancolía

 

Leyendo una cita de Víctor Hugo, la cual dice ‘La melancolía es la felicidad de estar triste’ me puse a reflexionar. Me considero una persona melancolía por naturaleza. Disfruto con ello. Por eso cuando leí dicha cita, me sentí reflejado en ella.
Me gusta recordar determinados escenarios, coloridos, tonalidades en el ambiente. Disfruto con la ‘déjà vu’, esa sensación de estar viviendo algo que ya habías vivido antes. Puede ocurrir con el simple mirar de las nubes, o el color del cielo. Entonces trato de recordar a que momento de mi vida me recuerda todo aquello.
Difícil ubicación. Los días se acumulan de tal forma que se pierde la cuenta. Quedan lagunas en el recuerdo. Momentos que pasaron sin pena ni gloria. Es lo que no me gusta del pasado, el olvido.
Pero bueno, creo que me estoy desviando del tema cuando mi pretensión es la de dar sentido positivo a la melancolía.
Muchas personas detestan la melancolía. Son aquellos que tratan de olvidar. Yo no tengo por qué olvidar por eso me regocijo en ella.
La dulce melancolía responde expresamente a momentos tiernos, que quizá, en el momento de ser vividos eran simples momentos sin importancia. Sin embargo, con el transcurrir de los años se tornan en momentos claves de nuestra vida, no por hecho de ser un acontecimiento extraordinario, sino más bien porque marcan una etapa en nuestra senda vital.