El último capricorniano

El último capricorniano

Tom Powerful, presidente de la fábrica de armamentos, frente al ventanal de su despacho en el piso cincuenta y tres, se arreglaba el nudo de la corbata sin prestar mayor atención al trémulo amanecer de Manhattan.
Llamaron a la puerta.
-Adelante -dijo sentándose frente al enorme escritorio.
Una de sus secretarias, la trigueña, le acercó el periódico y se alejó taconeando.
La siguió con la mirada.
Abrió el diario; como de costumbre, antes de leer los valores de Wall Street, o el resultado del último partido de los Giants, leyó su horóscopo.
‘Hoy morirá en cuanto se oculte el sol.’ -¡Qué contrariedad! -dijo, y de inmediato llamó por teléfono a la compañía de aviación, comunicando su necesidad de dar la vuelta al mundo, junto con el sol, cruzando la línea internacional del cambio de fecha para burlar las predicciones astrológicas.
Volvió a amanecer, al este de Greenwich, bebiendo un bloddy-Mary, en el bar al aire libre de un exótico y concurrido hotel de Manila, feliz de creerse el único capricorniano viviente.
Cerca de él, una turista, con felinos anteojos negros, lanzó un grito señalando el cielo; quienes la rodeaban levantaron la mirada hacia el sol.
-¡Qué maravilla! -dijo el señor Powerful.
El eclipse duró un instante.

Un microcuento de Juan Carlos García.

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