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Mes: febrero 2004

Perogrulladas

Perogrulladas

Una perogrullada es, evidentemente, una cosa evidente hasta para un tonto, pero que otro tonto con reputación de inteligente afirma como un descubrimiento sensacional, como una verdad importantísima. La leyenda quiere que haya existido en el siglo XVI un señor Pedro Grullo, de cuyo nombre, obviamente, viene lo de ‘perogrullada’.
Nadie está a salvo de perogrullar; pero perogrullar sin querer es fácil, en cambio hace falta mucho ingenio para ser un tonto a propósito. A continuación algunas de ellas:
-Cuando alguna vez te sientas solo, es que te falta alguien.
-Para subir, primero hay que estar abajo.
-Para evitarse problemas, hay que sacarse primero los zapatos y sólo después las medias.
-Si un día vas descalzo y sientes un pinchazo en la planta del pie, seguramente te pinchaste.
-Matad a todos los moros y ganaremos la guerra (El Cid).
-Si dentro de una habitación quieres ver y no puedes, debes encender la luz.
-Si mi mamá se hubiera casado con mi tío, no sería mi mamá, sino mi tía.
-Dios existe; o no.
-Si una mujer fuese fecundada por un camello es posible que no diese a luz un niño totalmente normal.
-Si un día sientes que te quemas, es porque te estás quemando.
-Once huevos no alcanzan a ser una docena.
-Las vacas que en lugar de hacer ‘muuu’ hacen ‘beee’ son ovejas.
-El que sabe, sabe; y el que no, no sabe.
-A medida que uno va conociendo a la gente, se va dando cuenta cómo es.
-Soldado que huye sirve para otra guerra.
-Todos los grandes fueron chicos alguna vez.
-Si estás con alguien, alguien está contigo.
-Para morirse de miedo hay que estar asustado primero.
-Para ponerse un guante, se necesita una mano.
-Si tratas de lavarte el pelo y no lo logras, tratas de peinarte y no lo logras, será mejor que te quites el sombrero.
-Es más cómodo usar la calculadora de bolsillo fuera del bolsillo.
-Digan lo que digan, el pasado es siempre anterior al presente.

Dicen que el sentido del olfato es muy especial

Dicen que el sentido del olfato es muy especial

 

… dicen que el sentido del olfato es muy especial, que pese a ser el primero que se apaga cuando dormimos es el que está más encendido estando despiertos, que aunque es un sentido que se adapta rápidamente también es capaz de percibir los pequeños cambios, y sobre todo, se dice que el sentido del olfato es el más evocador.

… y un día entras al portal y la vecina del primero está cocinando algo que te transporta a casa de los abuelos, o hueles un perfume que usaste aquella noche que saliste a celebrar algo y resultó ser especial y recuerdas de repente cada detalle, o te cruzas por la calle con un señor que usa la misma colonia que aquella persona que ya no está y recuerdas como era cada mañana antes al ir a la ducha.

… dicen que el sentido del oído es muy especial, que aunque la atención lo controle siempre está despierto, que es muy evocador, y una melodía puede transportarte a un día de verano… y puedes escuchar una canción que te haga recordar con los tres primeros acordes cómo te sentías aquellas tardes de hace cinco años… y recuerdas volver de darle clase de matemáticas a aquel niño inquieto, metiendo el dinero que ganaba en una caja para ir no sabía muy bien a donde.

Finales de película

Finales de película

Hay películas que merecen ser vistas por sus finales. La culminación de todo el mensaje de la película viene reflejada en su conclusión final. Ayer sin ir más lejos, vi una de ese tipo de finales. La recomendable ’21 gramos’ de Alejandro González Iñárritu. Grandes temas son tratados en el desarrollo del film, la culpa, la conciencia, el amor como bálsamo, lo efímero de la existencia, la pérdida de fe, la importancia del azar, que todo final es el principio de algo, de otra cosa, quien sabe si mejor…
Al final, Sean Penn cita:

‘Dicen que 21 gramos es el peso que perdemos cuando morimos. El peso de cinco monedas de cinco centavos, de un colibrí, de una barra de chocolate y quizás también del alma humana’.

Claro reflejo de la fragilidad del ser humano que a través de la muerte descubre la vida.

Otra de las películas con un conmovedor mensaje final es ‘American Beauty’.
En la secuencia final aparece una bolsa de plástico movida por el viento mientras el protagonista detalla lo que se siente después de comprender el sentido de la vida justo en el momento de ser asesinado. No me resisto a transcribirte dicho diálogo… Allá va…
La voz en off de Spacey (en la versión original, claro) mientras se intercalan imágenes de lo que fue su vida. De lo REALMENTE IMPORTANTE de su vida:

‘Siempre había oído que toda tu vida pasa ante tus ojos el segundo antes de morir. Para empezar ese segundo no es un segundo en absoluto, se hace algo inmenso como un océano de tiempo… en mi caso aparecía yo tumbado boca arriba en el campamento de los Boy-Scouts mirando estrellas fugaces. Y las hojas amarillas de los arces que flanqueaban nuestra calle… o las manos de mi abuela y su marchita piel que parecía papel. Y la primera vez que contemplé el nuevo Firebird de mi primo Tony.

… y jenny… y Jenny… (su hija).

…y Caroline… (su mujer).

Supongo que podría estar bastante cabreado con lo que me pasó, pero cuesta seguir enfadado cuando hay tanta belleza en el mundo. A veces siento como si la contemplase toda a la vez… y me abruma. Mi corazón se hincha como un globo que está a punto de estallar. Pero recuerdo que debo relajarme y no aferrarme demasiado a ella y entonces fluye a través de mi como la lluvia y no siento otra cosa que gratitud por cada instante de mi estúpida e insignificante vida. No tienen ni idea de lo que les hablo. Seguro. Pero no se preocupen. Algún día la tendrán.’

Para acabar otro de esos apoteósicos finales que han marcado huella es cuando al replicante Roy (un androide casi humano) se le extingue la existencia en la película ‘Blande Runner’. Un alegato existencialista de lo más sublime.

[Deckard cae, pero Roy logra sujetarlo en el último momento. Le levanta en vilo y le deja sobre la azotea ]

Roy : Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto Rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir.

[Roy muere. La paloma sale volando hacia el cielo ]

Deckard (voice-over) : No sé por qué me salvó la vida. Quizás, en esos últimos momentos, amaba la vida más de lo que la había amado nunca. No solo su vida; la vida de todos, mi vida. Todo lo que él quería eran las mismas respuestas que todos buscamos: de dónde vengo, adónde voy, cuánto tiempo me queda. Todo lo que yo podía hacer era sentarme allí y verle morir.

Claro que todo cobra todo su sentido en el momento de visionarla, así que te animo a que las veas.

La película vital

La película vital

 

Siempre me ha sorprendido la capacidad de ilusión del cine. ¡Con que magia puede condensar las experiencias! ¿O no es mágico que durante solamente dos horas se nos presente, sintetizada, una vida humana, con sus nudos biográficos entrelazando la esencia de aquella larga existencia? Ya quisiera el escritor realizarlo. Ya quisiera el pintor, el escultor, el arquitecto, llegar a semejante capacidad de síntesis. El espectador acaba buceando y sometiéndose al olvido de sí, haciéndose partícipe del hilo vital y conductor de aquel personaje. Pues, ¿qué son dos horas comparadas con toda una vida? Poca cosa.
¿Dónde está entonces el truco? Esa compresión temporal es, según dicen, la que la conciencia opera en los últimos momentos de la existencia personal.
El carrete se suelta y, en instantes, se devela lo más importante de una biografía. No sé, pues obviamente no lo he experimentado, si dicha película carece o no de estructura. Tampoco si deviene acompañada con alguna banda sonora. Ni si la conciencia mira entonces el tiempo de la manera acostumbrada. Confieso que mantendré cierta curiosidad distanciada sobre el tema, pero a nadie vendría mal recapitular, e imaginarse como sería, la película de su vida.
Imagina que filman anónimamente un día cualquiera de nuestro hacer cotidiano. ¿Que sería, una comedia, un drama?, ¿un aburrido documental? ¿Qué fondo musical la ambientaría? Seguramente, cualquier persona que visionara su cinta, operaría cambios en su vida. ¿O sufriría una gran depresión, al ver cuantas dos horas desaprovecha en su vida?
Tal vez parte del secreto de la magia fílmica esté en su ambientación musical que, aún no describiendo nada, intensifica la emoción de un momento o historia determinados, catalizando el sentir. Está allí pero raramente la percibimos. Quizás nuestra existencia fuera más intensa si dispusiéramos de una banda sonora. Acaso aquel beso parecería aún más romántico. Aquel sufrimiento aún más doloroso. Nuestras vidas, más de cine.
Ojalá se abran hoy, en sesión continua, los telones de nuestra sala interna.
Ojalá fuera, de verdad, alguna vez el día del espectador. Disfrutemos, riamos, lloremos, también, con la película de nuestra vida.

Releyendo viejos mensajes

Releyendo viejos mensajes

Estuve releyendo viejos mensajes. Mensajes que escribí y nunca llegaron a su destino. Mensajes que se quedaron aguardando en la memoria olvidada del ordenador. Renglones borrosos en sobres arrugados. Fechas estáticas que marcaron lo que quise decir a alguien aquel día y al final me quedé para mí mismo. Y para el recuerdo. Fechas del año 98, del 99. Fechas olvidadas del 2000.
Seguro que alguna vez tú has escrito también una carta, que no lanzaste a su destinatario. Mensajes importantes. «Las cosas que nunca se dicen, suelen ser las más importantes» Isabel Coixet. Aunque la importancia de las cosas se difumina tras los años.
Quizá tú también los hayas conservado después del tiempo.
He tenido una idea inspirada por la nostalgia, quizá una idea absurda: Lo que escribimos aquella vez, fue para ser leído, aunque un último impulso evitara esa posibilidad.
Cementerio de mensajes. De aquellos que no fueron enviados, o que si resultaron serlo pero no obtuvieron respuesta. Quizá mensajes sin destinatario aparente. O puede que mensajes que dieron algún fruto que ahora se ha perdido… Mensajes. Tus mensajes. Los míos. Los de él. Los de ella…
¿?

Carta a un abuelo

Carta a un abuelo

Muy señor mío:
Empresa sólo para una vez, por lo difícil, y de otro lado, empresa sin mérito y hasta completamente inútil, la de una carta sin verbos. ¡Abajo, pues, los escritos de semejante condición! Pero antes una sincera felicitación, mi entusiasta enhorabuena, así a usted como a su caro nieto, vivo retrato de un joven de principios del siglo XX, mancebo, según vocablo de nuestros clásicos, no menos famoso por su elegancia en el traje, por su discreta diplomacia en salud y plática, por su prodigalidad en finas atenciones, lo mismo con los habituales paseantes del Paseo de Gracia que con el oscuro empleado de cualquier oficina. Sí, mi bendición a entrambos, al abuelo y al nieto; pero lo más alto de esta bendición para el alma de usted, palacio de la fe y de la caridad; para usted, mil veces más venerable que por sus canas, por su vejez pura y casto recogimiento; por sus virtudes, resplandores del cielo, y por sus rezos, develos de sus noches, ocupación del día, entretenimiento de las fiestas y fiestas de sus pascuas.

El mundo sin tiempo

El mundo sin tiempo

Eva vive en un mundo donde el tiempo se puede detener. Cada vez que es necesario, el tiempo se detiene y se corrigen errores y situaciones que puedan afectar fatalmente a su mundo o simplemente por gusto.
En mi mundo el tiempo es continuo. Muchos deseamos que se detenga cuando creemos tocar la felicidad. Pero aquí, no pasa eso. En ese momento desearíamos vivir en el mundo de Eva. Sin embargo, los de éste mundo sabemos disfrutar más esos momentos. Luchar siempre por vivirlos, porque a diferencia del mundo de Eva, aquí el tiempo, sigue su tiempo.

Soñar en colores

Soñar en colores

Esta noche pasada soñé en colores. No recuerdo bien de que trataba el sueño. Apenas vislumbro retazos de mi infancia. Los recuerdos se van borrando. A veces recuerdo el recuerdo del color, pero no el color mismo. ¿Tú te acuerdas de todo lo que aconteció cuando tenías seis años? ¿No te pasa que a veces recuerdas algo que ocurrió, pero no como evocación directa de tu memoria, sino porque el episodio viene siendo repetidamente narrado, a través de los años, por tu madre o por tu padre? Al final, asumes tu papel como protagonista de esa historia contada, pero no desde el interior de ese protagonismo que alguna vez tuviste.
No obstante, no estoy seguro de ver los sueños. Bueno, no sé si veo o creo que veo. Además, no siempre sueño en colores. Lo que ocurre es que cuando despierto, tengo conciencia de que soñé con colores, pero no sabría decir cuál es el rojo, el amarillo o el verde.
Siempre me he preguntado qué sueñan los ciegos de nacimiento. ¿Soñarán en colores?
De todas maneras, no siempre el mejor cine está en tecnicolor.

El rostro del transeúnte desconocido

El rostro del transeúnte desconocido

Era tan triste el rostro del transeúnte que venía a mí encuentro, que en el tiempo de recorrer algunos metros hacia mí, grabó en el mío dos arrugas profundas… duras arrugas sumidas en el más deprimente infortunio, de las que ya no puedo deshacerme.
Mi vida, modelándose desde entonces contra mi voluntad sobre la marca de este pasado terrible, ha cambiado, transcurriendo ahora en compañía de gentes agobiadas y miserables, o bien, mezclada a dramas aplastantes que no me habían sido destinados, hace que me deslice y me pierda… sólo por haberme dejado sorprender un día en la calle por un rostro atacado por la más profunda desgracia.

Un microcuento de Henri Michaux