Cosas que no sirven para nada

Me fascinan, más que las que sirven para todo, las cosas que no sirven para nada. Papeles de colores. Pegatinas. Miniaturas en metal de mírame y no me toques. Esos objetos transparentes rellenos de un líquido azul que nunca se mezcla con el agua.
Pero no sólo las que nunca han tenido utilidad alguna: también las que sirvieron y se han estropeado. Pulseras sin cierre, paraguas que no se abren, máquinas de escribir rotas, lápices sin mina. Y cosas sin pila, sin cable, sin cuerda. Se mueven a un ritmo diferente, según el humor del día, algunas ni siquiera se mueven. No les importa no tener una función específica: simplemente están ahí, como los buenos amigos.