La niña más valiente del mundo

La niña más valiente del mundo

La niña más valiente del mundo no dibujaba soles amarillos porque el terror le incendiaba de vértigo las venas.
Le salían sin querer bocas selladas -no digas nada, es nuestro secreto- y firmaba con trazo tembloroso para que no sospecharan las maestras.
La niña más valiente del mundo se abrazó rota a su peluche roto y rogó cada día «Por favor, aún no llegues, Noche».
Seis domingos enterró notas de socorro en la arena para ser fuerte, para hacerse invisible.
La niña que nunca rompió el pacto, la que se mordió los labios, la que se echó la culpa de todo, la que quiso comprender y no pudo la que durante siete mil quinientos días pidió permiso para el grito y la risa era la niña más valiente del mundo.
Nadie lo sabía, pero yo ahora lo sé.

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