La estrella V1

El descubrimiento de la estrella V1 en 1923 por Edwin Hubble marcó un antes y un después en la astronomía. Hasta ese momento, la idea dominante era que la Vía Láctea constituía la totalidad del universo. Andrómeda, entonces clasificada como una «nebulosa espiral», se creía parte de nuestra galaxia. Sin embargo, la identificación de V1 como una cefeida variable permitió calcular su distancia con precisión, revelando que Andrómeda es una galaxia independiente a 2,5 millones de años luz de la Tierra.
Las cefeidas variables son estrellas cuya luminosidad fluctúa de manera regular, siguiendo una relación predecible entre su brillo y su período de pulsación. Esta relación, descubierta por Henrietta Leavitt, permitió a Hubble calcular la distancia a V1 con gran exactitud. En el caso de esta estrella, su período de pulsación de 31,4 días fue clave para determinar que Andrómeda estaba mucho más allá de los límites de la Vía Láctea.
Este hallazgo derrumbó una concepción arraigada. Harlow Shapley, defensor de la teoría de la Vía Láctea como universo completo, reaccionó con la famosa frase: «Aquí está la carta que ha destruido mi universo». Con la confirmación de que la Vía Láctea era solo una entre muchas galaxias, la astronomía entró en una nueva era: el universo observable se expandió drásticamente.
El telescopio espacial Hubble ha seguido estudiando V1 y otras cefeidas en Andrómeda, refinando las mediciones de distancias intergalácticas y la tasa de expansión del universo. Gracias a estos estudios, hoy conocemos mejor la estructura cósmica y nuestra ubicación en ella. La estrella V1 no solo cambió la historia de la astronomía, sino que sigue desempeñando un papel clave en la exploración del cosmos.