Keaton
Joseph Frank Keaton, más conocido como Buster Keaton, llegó al mundo en 1895, en el seno de una familia dedicada al vodevil. Desde muy pequeño, su vida estuvo marcada por el espectáculo: una caída accidental en su infancia llevó al mismísimo Harry Houdini a apodarlo «Buster», impresionado por la resistencia del niño. Aquel apodo se quedó con él, al igual que las lecciones que aprendió actuando junto a su padre, un cómico excéntrico. En el escenario, Buster se convirtió en un experto en acrobacias y gags físicos, habilidades que lo prepararon para dar el gran salto al cine.
En 1917, Buster debutó en la pantalla grande con The Butcher Boy, una película junto al comediante Fatty Arbuckle. Desde ese momento, su carrera cinematográfica despegó, y con ella emergió un estilo de comedia único. A diferencia de otros, Keaton improvisaba sus escenas sin guion detallado: con solo una idea clara del inicio y el final, ajustaba los gags sobre la marcha, confiando en su instinto y su destreza física. Esta forma de trabajar dio vida a obras maestras como One Week (1920), donde lucha torpemente por construir una casa, o Steamboat Bill Jr. (1928), famosa por esa inolvidable escena en la que una pared entera cae sobre él, dejándolo ileso gracias a una ventana perfectamente alineada.
Lo que hacía especial a Keaton no era solo su habilidad para las acrobacias, sino también su expresión seria y comprometida, que contrastaba con el caos de sus situaciones. Generoso con sus compañeros comediantes y fiel a su filosofía de «mostrar, no contar», prefería que las imágenes hablaran por él. Sus películas no solo entretuvieron a audiencias de su época, sino que dejaron un legado imborrable, inspirando a generaciones de cineastas y artistas que aún hoy admiran su genialidad. Buster Keaton no fue solo un cómico: fue un innovador que llevó la comedia física a nuevas alturas con una elegancia silenciosa y eterna.