Arte ciclista

Arte ciclista

En 1889, Robert Pittis Scott, inventor e industrial estadounidense, publicó un tratado técnico y excéntrico sobre bicicletas, triciclos y carruajes motorizados, donde afirmó que las innovaciones en transporte eran «el factor más poderoso en la evolución del hombre». Citando a un «gran genio» anónimo, Scott especulaba que las extremidades humanas podrían «marchitarse y caer» al volverse innecesarias gracias a estas tecnologías. Sin embargo, en esa época, el ciclismo era una actividad físicamente exigente, algo que el reciente neumático inflable de John Boyd Dunlop prometía transformar. Scott lo describió como «una de las ideas más grandiosas en materia de antivibración», aunque criticó su propensión a «cortarse y colapsar», mostrando preferencia por una llanta flexible capaz de deformarse ante obstáculos.
Con visión profética, Scott anticipó el auge de la bicicleta Safety, equipada con transmisión por cadena trasera, bujes con rodamientos de bolas, cuadro de acero y ruedas iguales —rasgos que definen las bicicletas modernas como las cruisers o las de diez velocidades—. Aunque dedicó las primeras cien páginas a la Ordinary de ruedas altas (penny-farthing), fue pionero en Estados Unidos al valorar la tracción trasera. Este millonario, conocido por fabricar peladores de frutas, viajó a Coventry, epicentro mundial de la producción ciclista, para encargar un diseño personalizado, solo para descubrir, frustrado, que replicaba la recién lanzada Starley Rover, la primera Safety producida en masa.
En un contexto donde médicos alertaban sobre hernias, varices, hemorroides y «estenosis uretral» causadas por bicicletas, Scott defendió que un sillín adecuado y muelles de suspensión podían proteger la columna y la pelvis. Promovió el ciclismo femenino, argumentando que «menos seráfico y más tejido muscular tiende a hacernos más felices», una idea progresista para 1889. Su prosa, elástica y witty, brilla al analizar la biomecánica de máquinas y ciclistas, pero alcanza su clímax en la segunda parte del libro: un recorrido ilustrado por un siglo de «locomoción humana-motora». Precedido por un relato autocrítico sobre sus líos con patentes —donde propone un «algoritmo» humorístico: 2 El libro cierra con la «Máquina voladora mejorada» de Reuben Jasper Spalding (patente n.º 396 984), un diseño davinciano apodado «El hombre que viene». Scott, que experimentó con dirigibles antes de enfocarse en neumáticos de automóviles, mostró un interés visionario por la movilidad aérea. Un ejemplo ilustrativo de su legado: la bicicleta Safety que elogió evolucionó hasta las actuales, mientras sus críticas a los neumáticos inflables iniciales se resolvieron con diseños más duraderos, como los radiales modernos, consolidando su influencia en la historia del transporte.

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