Loca de amor
Parado en una esquina se encontraba el hombre más bello del mundo. Los ojos azules como el cielo eran un relámpago en la oscuridad. Su sonrisa acababa la tristeza de los afligidos. Su piel dorada como la arena irradiaba la suavidad de la seda. Su cuerpo duro como el acero, congeniaba con un corazón tan tierno como el de un bebé recién nacido. Esa fortaleza exterior no ocultaba el melado que llevaba por dentro. Ese físico tan perfecto, y esa alma tan noble, hacían realidad todos sus sueños. Sin poder soportar tanta belleza, cayo postrada a sus pies enloquecida de amor.