RIP, Jaime Poniachik
Me acabo de enterar… Una chispa de ingenio se acaba de apagar. Gracias Jaime por los buenos momentos que me hiciste pasar en la revista Cacumen. RIP
Me acabo de enterar… Una chispa de ingenio se acaba de apagar. Gracias Jaime por los buenos momentos que me hiciste pasar en la revista Cacumen. RIP
‘De las leyes más simples nacen infinitas maravillas que se repiten indefinidamente’.
~ Benoît Mandelbrot
‘Los sentidos se deleitan con las cosas que tienen las proporciones correctas’.
-Santo Tomás de Aquino

La idiosincrasia de algunos científicos nos lleva a recrearnos en divertidas anécdotas dignas de ser contadas. Este es el caso del matemático Alonzo Church (1903-1995), uno de los estudiosos en la lógica de computación y artífice del ‘cálculo lambda‘, determinante en la programación funcional así como en el lenguaje Lisp.
Church era bastante singular, así lo describe uno de sus estudiantes, Gian-Carlo Rota, que dice de él: «Parecía un cruce entre un oso panda y un gran búho. Hablaba lentamente como si leyera de un libro, uniforme, monótono, … tal como una máquina parlante. Cuando se interrumpía, se detenía durante un largo período incómodo hasta que volvía a recuperar el hilo argumental. Nunca hacia comentarios fuera de lugar, pues entendía que no pertenecían al bagaje de la lógica formal. Por ejemplo, jamás habría dicho: ‘Esta lloviendo’. Dicha frase, tomada aisladamente, no tenía sentido para él. Que en ese momento lloviera o no, no tenía interés, lo importante era la consistencia. Él hubiera dicho: ‘Debo posponer mi partida hacia la calle Nassau (donde residía) debido a que llueve, circunstancia que puedo verificar mirando por la ventana’.
Poseía una importante colección de novelas de ciencia ficción, la mayoría de las cuales eran gruesos volúmenes. Cada volumen estaba misteriosamente marcado con un círculo o bien con una cruz. Las correcciones a las enumeraciones de página incorrectas habían sido corregidas con lápiz.
Sus conferencias se iniciaban con diez minutos de ritual que él consideraba necesario: limpiar la pizarra hasta que ésta estuviera inmaculada. Y ello a pesar de que sus predecesores en la clase, que conocían su manía, se hubieran tomado la molestia de borrársela. Le daba lo mismo. La ceremonia jamás se eliminaba. Una ceremonia que muchas veces requería agua, jabón y cepillo y a la que seguían otros diez minutos de completo silencio hasta que la pizarra se secaba.
Tal vez preparaba la conferencia mientras borraba la pizarra, aunque no creo que fuera así. Sus conferencias apenas necesitaban ninguna preparación. Eran una repetición literal de algunas de sus obras, las cuales habían sido escritas durante un período de veinte años y todas se encontraban en la parte superior del salón de la biblioteca.»
Al igual que los verbales los palíndromos numéricos son aquellos que se leen igual de atrás hacia adelante como de adelante hacia atrás (ejemplo: 37873). Pero los hay que aparecen en ciertos cálculos,
-Simples:


Para ser enteramente sinceros, la verdad es que la Estadística es una ciencia muy útil, necesaria y simpática, pero no muy divertida. En ciertas otras ramas de las Matemáticas se puede encontrar cierto misterio y hasta cierta poesía, de las cuales la Estadística en general carece. La Topología, por ejemplo, nos introduce en un mundo de puentes que se entrecruzan y laberintos que saltan hacia otras dimensiones; el Algebra conserva mucho del misterio de cabalistas judíos y pitagóricos greco-árabes en sus más recónditos vericuetos; hasta el humilde y pedestre Cálculo Infinitesimal, tan poco agraciado estéticamente, tiene en el jardín de las series convergentes el fragante encanto de los números trascendentes inesperados, la sorpresa de encontrarse con p o con la e neperiana en el fondo de una serie que iba de cualquier otra cosa (en apariencia).
Pero dentro de su bien llevada fealdad, de su tosquedad de ciencia fregona la Estadística encierra un elemento que debe reivindicarse como una verdadera joya. Se trata de una variable de las tantas que miden el modo en que una miríada de datos se dispersan alrededor de ciertas tendencias centrales, pero es una variable distinta, una verdadera maravilla. Se la llama coeficiente de Pearson y se la simboliza con la letra griega ro minúscula $ \rho $. La definición de la ro de Pearson tiene la fealdad de las fórmulas estadísticas, pero no nos adelantemos; se obtiene, dice la ley, de la siguiente ecuación:
