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Categoría: Microcuentos

Todos los atardeceres

Todos los atardeceres

Se veía en la orilla del lago, todos los atardeceres. A él le decían que no se fiara de las mujeres del agua. A ella le prohibían el trato con los humanos. No hablaban. Se observaban a distancia; ella se peinaba, él dejaba beber a su caballo. Luego cada cual se iba por su lado, incapaces de desobedecer a sus familias.

~ Espido Freire, de Cuentos Malvados

Nacerán nuevamente

Nacerán nuevamente

El señor don Eduardo Galeano superándose una vez más…

‘Dentro del huevo, ellos cantaban y bailaban porque estaban locos de ganas de nacer. Dios, en su sueño, los creaba y, sin dejar de cantar, les decía: «Rompe este huevo y nace la mujer y el hombre. Y juntos vivirán y morirán. Pero nacerán nuevamente. Nacerán y volverán a morir, y otra vez volverán a morir y otra vez nacerán. Y nunca dejarán de nacer, porque la muerte es mentira»‘.

No consigo dormir

No consigo dormir

‘No consigo dormir. Tengo una mujer atravesada entre los párpados. Si pudiera, le diría que se vaya; pero tengo una mujer atravesada en la garganta’.

~ Eduardo Galeano

Sin asunto

Sin asunto

Querida Emmi:
¿Has notado que no sabemos absolutamente nada el uno del otro? Creamos personajes virtuales, confeccionamos irreales retratos robot el uno del otro. Formulamos preguntas cuyo atractivo reside en que quedan sin respuesta. Pues sí, nos dedicamos a despertar la curiosidad del otro y a seguir alimentándola al no satisfacerla de manera definitiva. Intentamos leer entre líneas, entre palabras, y pronto entre letras tal vez. Hacemos grandes esfuerzos por juzgar bien al otro. Y al mismo tiempo nos preocupamos de no desvelar nada importante de nosotros mismos.¿Qué quiere decir «nada importante»? Nada de nada, aún no hemos contado nada de nuestras vidas, nada de lo que constituye la vida cotidiana, de lo que podría ser importante para alguno de los dos.
Nos comunicamos en el vacío. Hemos tenido la gentileza de confesar a qué actividad profesional nos dedicamos. (…) ¿Y qué más? Nada. No hay ninguna otra persona a nuestro alrededor. No vivimos en ninguna parte. No tenemos edad. No tenemos rostro. No hacemos distinción entre el día y la noche. No vivimos en ninguna época. Lo único que tenemos son nuestras dos pantallas, cada cual de manera estricta y secreta por su cuenta, y compartimos una afición: nos interesamos por una persona absolutamente desconocida.¡Bravo!

~ Fragmento de ‘Cada siete olas’, Daniel Glattauer