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Categoría: Pensamientos

Ser

Ser

Ser otro (o ser de verdad por primera vez), ser mejor, ser persona, simplemente SER, cuesta un precio que con frecuencia pasa inadvertido a la mayor parte de las personas.
Esas mismas personas no saben que en realidad no hay alternativa. Por muchas vueltas que se den, al final se llega al mismo punto.
En el mar no hay encrucijadas.

El espíritu de la ciudad

El espíritu de la ciudad

La película ‘Grand Canyon’ me ayudó a convencerme de que las ciudades tienen, todas ellas sin excepción, alma propia. Es una asunto sutil y en buena medida apenas perceptible. Pero yo trato de leer siempre en su alma cuando llego a una ciudad. El asunto de que nos despierta o no amor ese alma es algo independiente de su fealdad o de su belleza y, por eso mismo, las ciudades acaban enamorándonos o no según su corazón se comunique con el nuestro. Probablemente son sus habitantes quienes trazan, a lo largo de distintas generaciones, el carácter de una ciudad. Pero al cabo de los años o de los siglos, sucede que la ciudad acaba por impregnar a sus habitantes de su ser, los hace suyos. En todo caso, nos pasa con las ciudades como con los seres humanos del otro sexo: los hombres podemos enamorarnos de una mujer, o viceversa, aunque a esa persona se la tenga por fea y, al contrario, quedarnos fríos ante alguien de una hermosura deslumbrante. ¿Un olor, el tacto, su mirada, la forma de sonreír…? Quién lo sabe.
Para mí una de las ciudades que me transmite sentimientos gratos es Roma. Roma es más imperial que santa, por más que la habiten los papas, e incluso incita a los pecados veniales. Por supuesto, es una de las ciudades más romántica que conozco.

Deshielo primaveral

Deshielo primaveral

Ya huele a primavera je, je… estoy deseando disfrutar de esa estación. Ya sabes lo que ocurre en primavera: empieza el deshielo (en sentido figurado, claro). Las tiendas de ropa empiezan a cambiar su muestrario de prendas de vestir de invierno a ropa de más colorido, como es la de primavera. Hay más gente paseando por las calles, animadas, sin duda, por la aplacible temperatura y los minutos extras de luz solar. Es hora de ir planificando las vacaciones de verano, de ir guardando los abrigos en los armarios para cambiarlos por chaquetas y jerseyes más livianos. El talante de las personas cambia hacia un optimismo más positivo. Es una forma de ver las cosas pero, éste es un periodo en el que salimos del cascarón del invierno y despertamos a otra consciencia de nuestro mundo: ahora vendrá el calor, amanece más temprano, hay luz hasta más tarde y los corazones funcionan a mayor velocidad, las Fallas de Valencia, el fuego, el ardor…

¿Por qué te cuento esto? Hace algunos días vi un magnífico episodio de mi serie favorita ‘Northern Exposure’, Spring Break. Es el del deshielo, cuando a todos les da por comportarse de forma extraña. Todo el episodio va, entre otras cosas, de los deseos reprimidos, de ese otro yo que llevamos dentro y al que no dejamos salir. Pero al final sale, vaya sí lo hace. De nosotros depende elegir de qué manera lo va a hacer.
Todo acaba con la carrera del toro, esa en la que corren desnudos por la calle principal del pueblo mientras una voz suave y majestuosa canta: ‘¿Qué pasaría si todos nos volviéramos locos?’ …

Los árboles son seres alegres

Los árboles son seres alegres

 

Va a dar comienzo la primavera. Y es que a partir de ahora es probable que la predicción meteorológica pronostique días de mucho colorido.
Esta mañana, mientras paseaba, me quedé extasiado por el colorido floral que presentaba algunos árboles de la plaza que tengo delante de mi casa. Será porque me crié entre bosques, pero a mí me fascinan los árboles. Fue de bien pequeño cuando los árboles comenzaron a convertirse para mí en seres vivos, en criaturas reales que respiraban, que olían, que parecían sonreír después de los chaparrones y que, en cierta manera, ofrecían al vagabundo una cierta complicidad. Porque eso aprendí: que el árbol es uno de los más grandes y discretos amigos de los hombres. Nos protegen del sol y de la lluvia, pero además comunican una sensación de placidez. En su imponente quietud, son serenos, seguros de sí. Y parecen guardar una sabiduría honda sobre la vida que a los humanos se nos niega, como si supieran mejor que ninguna otra criatura qué es eso de nacer, permanecer en un lugar y luego morir. Llegué a pensar, cuando comencé a conocerlos, que esa sabiduría los hace alegres. Y hoy, no tengo ninguna duda de que los árboles son seres alegres.
Es más, la mayoría de los hombres, allá donde vayan, los quieren y los respetan íntimamente. En cierto modo, quienes los conocen bien, los consideran compañeros inseparables en el gran viaje de la vida hacia la muerte. Por ello, cuando leo en los periódicos alguna noticia sobre talas masivas de árboles en los bosques vírgenes, siento casi el dolor que me acomete cuando oigo hablar de matanzas de seres humanos. Y la vista de esos grandes camiones que transportan por carretera cientos de troncos de árboles cortados y desprovistos de hojas y de ramas, me produce un cierto escalofrío.

Es casi primavera

Es casi primavera

 

Es casi primavera. Los tiernos brotes salen tímidos, pequeños de la oscura y húmeda tierra, pero aún siendo tan vulnerables tienen una cosa clara y una gran ventaja y esa es que saben lo que necesitan: la luz y el calor del sol, y saben donde encontrarlo (hacia arriba mayormente).

Qué esta primavera todos encontremos nuestro sol.

Silencios

Silencios

 

Muchas de las cosas que hubiera querido escribir son ahora silencio. Las hay silencio casual. Las hay silencio inmóvil de lo que nunca estoy seguro de haber entendido (o de lo que no sé cómo manejar) y silencio tranquilo de sólo mantener la calma. Hay, y es tan común, silencio neutro de vida ajetreada. Hay silencio de agua para apagar palabras fogosas, y hay silencio que viene del simple y cotidiano olvido. Otras son silencio violento impuesto por las armas a dedos que se amotinan imprudentes sobre el teclado. Tengo silencios de cuarentena para hacer una buena inspección a lo qué quiero decir. Existe silencio de mirar, y silencio de hablar y opinar pero sólo conmigo. Algunos son silencios a lo qué no merece la pena, y esos son alumnos aventajados con bastante idea de lo que sí la merece. Y ya que estamos, hay silencios de admiración, de reverencia, de sorpresa… Pero hay también, por contra, en un grupito marginal y siempre suspendidos, los silencios ofendidos, los orgullosos, y los altivos… Hay, y es el que más lamento, un silencio cansado para almacenar en el borrador o para ni siquiera intentarlo.
Hay, en fin, esos y otros muchos silencios. Entre ellos, por supuesto, el silencio cobarde, el indiferente y el archiconocido que otorga.

Dicen que el ciello allá arriba es azul caribe

Dicen que el ciello allá arriba es azul caribe

Supongo que le sucederá a todo el mundo. A mí me pasa de vez en cuando.
Una noche cualquiera, puede ser entre semana o no, simplemente no puedo dormir. Siempre es por algún motivo físico: una cena copiosa, un café a destiempo… Casi nunca es por sufrir alguna preocupación. Tengo la suerte de poder desconectar de los problemas cotidianos fácilmente, a menudo incluso demasiado pronto. Esta vez es por una siesta involuntaria y desmedida.
En estas ocasiones, como supongo que le sucederá a todo el mundo, paso el tiempo dándole vueltas a la cabeza tumbado en la cama, lo cual no es un remedio particularmente eficaz para el insomnio, pero si que puede ser un remedio valioso para otras disfunciones.
Cada vez que paso por una noche de éstas, termino sacando una conclusión, y mi vida da un pequeño, a veces imperceptible para nadie más que para mí, paso adelante. Quizás sea esta una de esas ocasiones, pero no estoy seguro. Empiezo a tener problemas para reaccionar, y eso me preocupa. Debo estar haciéndome viejo. Alguien una vez dijo, sobre la madurez, ‘He estado allí, y he vuelto’.
A veces siento que vivo de prestado, con una cantidad de suerte robada de alguien que quizás la necesite más que yo, que estoy abusando de ella injustamente, y que tendré que restituirla de alguna dolorosa forma.
Una vez leí una definición de ‘crisis’ que me dejó asombrado por su exactitud y sencillez. Decía: ‘Crisis es la situación en la que se ha descubierto el problema, pero aún no se conoce su solución.’
Y para concluir, aunque no sé si tiene algo que ver con el tema que he tratado hoy, un pequeño poema-canción que aparece en un tema de Enya y resurge como banda sonora en un capítulo de ‘Doctor en Alaska’.

El mundo gira y gira
con lo que siempre has conocido.
Dicen que el cielo allá arriba
es azul caribe.
Si lo hombres dijeran cuanto pueden,
si los hombres fueran verdaderos,
yo creería que el cielo allá arriba
es azul caribe.

Peso y levedad

Peso y levedad

Parménides respondió: la levedad es positiva, el peso es negativo.
¿Tenía razón o no? Es una incógnita. Solo una cosa es segura: la contradicción entre peso y levedad es la más misteriosa y equívoca de todas las contradicciones.

Milan Kundera.

La eterna pregunta

La eterna pregunta

Decía Chris Stevens desde la K-OSO que la mayoría de nosotros hemos estado, en el lugar del accidente del amor no correspondido. Y nos hemos preguntado ¿Cómo he llegado yo hasta aquí? ¿Qué tiene ella de especial? ¿Será su sonrisa? ¿Cómo cruza las piernas? ¿La forma de su tobillo? ¿La conmovedora vulnerabilidad de su cintura? ¿Cuáles son esas cosas efímeras e ilusorias que encienden la pasión en el corazón humano? Es la eterna pregunta, el alimento perfecto para la mente en una cálida noche de verano. El amor no mira con los ojos sino con el corazón. Por eso al hado Cupido siempre lo pintan ciego. Sí.
Quizá por eso, en cuestiones amorosas, no queda otra que ir a tientas, vigilando de no tropezar con ningún obstáculo.