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Categoría: Poemas

Sombra que desciende

Sombra que desciende

Desciendes, sombra leve, por la escalera,
cruzas el estanque donde duerme la gloria.
La mirada del otro —guardián de mi espera—
te sigue, eco fiel que no sabe de historia.

La fuente murmura su antigua letanía,
un canto que traza tu huella en la bruma.
No hablas; mas tu silencio, al rozar el día,
me nombra, y la noche en su luz se rezuma.

Verdes regueros

Verdes regueros

Verdes regueros del río pausado,
un susurro que encierra la belleza,
se desliza en la tarde, enamorado,
y tu risa despierta la tibieza,
eco tenue que el agua ha resguardado.

Hay dulzura en tu voz, casi un canto,
que en el viento se filtra, tan suave,
y detiene el instante, ese encanto
que mis manos buscaron sin clave.

En tus ojos la luz se hace nave,
un milagro que al alma enriquece.
Verdes regueros. El río no cesa.
En su espejo te miro… y amanece.

El vuelo del otoño

El vuelo del otoño

Ha llegado el otoño con su pájaro leve,
y en el vuelo dibuja sus mensajes de nieve.
La corriente murmura por la hierba que llora,
y el encuentro se enreda en el sueño que aflora.

El barro se aferra a los brazos del paisaje,
el pájaro susurra donde se quiebra el viaje.
Su canto trae del viento la corriente sellada,
y en la hierba errabunda el otoño se alza.

Mensajes del ensueño que el encuentro convoca,
el barro se estremece donde el ala lo toca.
Ha llegado el otoño, sus brazos se elevan,
y en lo alto del cielo sus vuelos se disuelven.

Surco y silencio

Surco y silencio

La mano tiembla al rozar los veneros,
donde la siembra despierta entre rocíos.
En los hondos fueros del campo, el hastío
guarda silencio bajo cielos sinceros.

Surcos abiertos —cuna de azucenas—
laten al pulso de un sueño encendido.
La tierra murmura, su canto extendido
fluye en la ronda de antiguas faenas.

Cada gota en la hoja, un latido nuevo,
cada grano, un destino, un anhelo pleno.
La mano se alza, del polvo al sendero,
y en su callar, borda un canto sereno.

Velo de silencio

Velo de silencio

Descubro en la tela desvanecida
un ocre silente, herida vencida,
la voz que se esconde bajo un sello cerrado,
un eco que habita lo no pronunciado.

Ansío leer su trama velada,
alzar el susurro de voz atrapada,
pero la tinta se quiebra, el sentido se esfuma,
y el silencio persiste, plegado en la bruma.

Susurros del horizonte

Susurros del horizonte

En la lejanía, Alejandría murmura su nombre,
dibujando en el mar un sendero de sueños.
El tiempo se esfuma, deshaciéndose en olas,
y en la quietud del crepúsculo, un recuerdo despierta.

El mar, fiel testigo, guarda historias errantes,
mientras la ciudad, en su fulgor, nos llama a soñar.
Un viaje sin rumbo se disuelve en el cielo,
y su eco, a media voz, se enreda en la brisa.

Fluir y perderse

Fluir y perderse

No es bueno
quedarse en la orilla
como el malecón o como el molusco que quiere calcáreamente imitar a la roca.
Sino que es puro y sereno arrasarse en la dicha
de fluir y perderse.

~ Vicente Aleixandre

En el alféizar calado

En el alféizar calado

En el alféizar calado
De la ventana moruna,
Pálido como la luna,
Medita un enamorado.

Pálida, en su canapé
De seda tórtola y roja,
Eva, callada, deshoja
Una violeta en el té.

~ José Martí