Severance · Season 2

Severance · Season 2

Severance, en su segunda temporada, expande su mitología mientras refuerza su impecable estética: sobria, de composiciones simétricas y colores perfectamente equilibrados, teniendo en la repetición de patrones su principal recurso para intensificar la sensación de control y encierro. Britt Lower brilla como una Helly atrapada en su propio linaje, mientras que Tillman convierte a Milchick en una presencia inquietante. Con una puesta en escena más onírica y giros desconcertantes, la serie no solo mantiene el misterio, sino que logra hacernos sentir atrapados con sus personajes.
Por cierto, la música ha sido compuesta originalmente por Theodore Shapiro.
¿Quieres trabajar para ‘Lumon industries’?.

Soy un error

Soy un error

«Creía en infinitas series de tiempos, en una red creciente y vertiginosa de tiempos divergentes, convergentes y paralelos…; en algunos existe usted y no yo; en otros, yo, no usted…; en otro, yo digo estas mismas palabras, pero soy un error, un fantasma».
 
~ Jorge Luis Borges, “El jardín de senderos que se bifurcan”

Hilma Af Klint

Hilma Af Klint

En el sótano polvoriento de una casa de campo sueca, en 1986, un agricultor descubrió algo que cambiaría para siempre la historia del arte: más de 1.200 obras de colores vibrantes, formas geométricas y símbolos místicos. Firmadas por Hilma af Klint, estas pinturas no eran simples trazos al azar. Eran un mensaje cifrado, una explosión de abstracción creada décadas antes de que Kandinsky, Mondrian o Malevich fueran celebrados como pioneros de este movimiento. ¿Cómo es posible que nadie supiera de ella? La respuesta es tan fascinante como sus obras: Hilma pintaba para un futuro que aún no existía.
Nacida en 1862 en Estocolmo, Hilma fue una de las primeras mujeres en graduarse de la Academia Sueca de Arte. Pintaba retratos y paisajes realistas, ganándose el respeto de la sociedad… pero su alma pertenecía a otro mundo. Influenciada por los descubrimientos científicos de su época —como los rayos X y las ondas electromagnéticas— y obsesionada con lo invisible, formó «Las Cinco», un grupo de mujeres que se reunía para contactar espíritus y crear arte «automático», guiado por fuerzas etéreas. Mientras vendía cuadros convencionales de día, de noche se encerraba a pintar visiones cósmicas, órdenes geométricas y universos paralelos.
Hilma sabía que su arte abstracto —caótico, espiritual, rompedor— no sería entendido en una época dominada por el realismo. Temía el ridículo, la incomprensión y hasta la pobreza. Por eso, en un acto de audacia y presciencia, ordenó en su testamento que sus obras permanecieran ocultas 20 años después de su muerte (en 1944). Creía que el mundo necesitaría tiempo para alcanzar su visión. Pero el destino jugó en su contra: las cajas de madera no se abrieron hasta 1986, rescatadas del olvido por casualidad.
Sus pinturas no solo anticiparon la abstracción: la reinventaron. Mientras los modernistas exploraban la forma por la forma, Hilma fusionaba ciencia, misticismo y geometría sagrada. Series como «Los cuadros para el templo» (1906-1915) son mapas de universos invisibles, donde espirales, círculos y símbolos alquímicos dialogan con colores puros. No era solo arte: era un lenguaje para comunicarse con lo divino.
Hoy, museos como el Guggenheim de Nueva York la exhiben como la madre olvidada del arte abstracto. Su historia nos recuerda que el genio a menudo se esconde tras el silencio, y que algunas visiones son tan radicales que requieren décadas —o siglos— para ser descifradas. Hilma no pintó para su presente: pintó para nosotros, para un futuro donde lo invisible se hace tangible. Y al fin, el futuro le respondió. ¿Genio incomprendida o profeta del arte? Hilma af Klint fue ambas. Su legado es un recordatorio: el arte verdadero no tiene prisa. Espera. Resuena. Y cuando menos lo esperas, emerge de las sombras para reescribir la historia.
En 2018, una retrospectiva suya en el Guggenheim batió récords de asistencia. ¿Quieres ver su obra?

Caligrafía Fraktur

Caligrafía Fraktur


La caligrafía no es solo un medio de comunicación, sino una expresión artística que ha evolucionado a lo largo de los siglos. En el siglo XVII, un periodo crucial para la tipografía y la escritura a mano, Paul Franck publicó Kunstrichtige Schreibart, una obra que establecía una interesante analogía entre la escritura y la agricultura: el papel era el campo donde germinaban las ideas, mientras que las letras representaban el arado que abría surcos para la propagación del conocimiento.
En esta época, los calígrafos alemanes rompieron con la tradición italianizante y revivieron la escritura Fraktur, caracterizada por sus formas angulares y puntiagudas. Sin embargo, Franck llevó la ornamentación al extremo, creando letras tan elaboradas que desafiaban la legibilidad. Sus mayúsculas, descritas por el historiador James Elkins como «monstruosos arbustos espinosos», se alejaban de la escritura funcional y se acercaban a una forma de expresión puramente artística.
Esta concepción de la caligrafía como un arte visual sigue vigente en la actualidad. En un mundo dominado por la tipografía digital, la escritura a mano sigue siendo una fuente de inspiración. Libros como Kunstrichtige Schreibart no solo servían como manuales para escribanos en formación, sino que también eran testamentos del poder transformador de la escritura. Aun cuando las letras rozaban la ilegibilidad, su forma y estilo transmitían emociones y belleza, demostrando que la caligrafía es mucho más que un conjunto de caracteres: es una manifestación del arte en su máxima expresión.
El siglo XVII marcó una transición importante para la caligrafía y la tipografía. Con la invención de la imprenta, la escritura a mano comenzó a adoptar un rol más decorativo y artístico. La Fraktur, con sus trazos enérgicos y estructurados, se convirtió en un símbolo de identidad cultural alemana, en contraste con la caligrafía italiana, más fluida y refinada. No obstante, figuras como Paul Franck demostraron que la caligrafía podía trascender su función práctica y convertirse en una forma de arte en sí misma.
La meticulosa elaboración de las letras en Kunstrichtige Schreibart refleja la mentalidad de la época, en la que la atención al detalle y la búsqueda de la perfección eran valores fundamentales. Este enfoque minucioso no solo demostraba habilidad técnica, sino también una visión filosófica sobre la escritura como vehículo del conocimiento y la cultura.
A pesar de los avances tecnológicos, la caligrafía sigue siendo una disciplina admirada. Desde la tipografía digital hasta el lettering moderno, la influencia de los antiguos calígrafos se mantiene viva. La obra de Paul Franck, con su estética exageradamente ornamentada, sigue siendo una referencia para quienes buscan explorar los límites entre la funcionalidad y la expresión artística en la escritura.
Patrick O’Hearn · Patience my friend

Patrick O’Hearn · Patience my friend

En este tema, O’Hearn reutiliza y modifica fragmentos de piano que previamente había empleado en la banda sonora de «White Sands». Esta técnica de recontextualización le permitió crear una atmósfera envolvente y meditativa, característica distintiva de su estilo. La pieza destaca por sus capas de sintetizadores etéreos y una melodía de piano minimalista que invita a la introspección.

Mejor reinar en el Infierno que servir en el Cielo

Mejor reinar en el Infierno que servir en el Cielo

John Milton, ciego y apartado de la política tras la Restauración de 1660, dictó El Paraíso Perdido (1667), una epopeya que explora las grandes caídas que dieron forma al mundo: la de los ángeles, la de Adán y Eva y la del lenguaje humano. En su obra, Milton se propuso «justificar los caminos de Dios ante los hombres», pero paradójicamente, su Satanás es un personaje fascinante, carismático y rebelde, que ha capturado la imaginación de los lectores a lo largo de los siglos.
La figura de Lucifer en El Paraíso Perdido es la de un líder desafiante, que proclama la famosa frase: «Mejor reinar en el Infierno que servir en el Cielo». Su resistencia contra la autoridad divina, su lucha por la autodeterminación y su trágica caída lo convierten en el personaje más dinámico de la obra. Esta peculiaridad llevó a William Blake a afirmar que Milton estaba «del partido del Diablo sin saberlo», sugiriendo que, pese a sus intenciones religiosas, el poeta había dotado a Satanás de una profundidad y atractivo que opacaban la representación de Dios y los ángeles fieles.
Más allá de la teología, El Paraíso Perdido sigue siendo relevante porque aborda temas universales: la libertad, la rebelión y las consecuencias de nuestras decisiones. Su influencia ha trascendido la literatura, dejando huella en la filosofía, la política y la cultura popular. La obra de Milton nos sigue desafiando a reflexionar sobre el bien, el mal y la naturaleza de nuestra propia caída.

La bella hipótesis

La bella hipótesis

El matemático y astrónomo Pierre-Simon Laplace presentó su obra Tratado de Mecánica Celeste a Napoleón Bonaparte. Fascinado por la profundidad del estudio, el emperador le hizo una observación curiosa: «Señor Laplace, he notado que en su libro no menciona al Creador».
Laplace, con la precisión que lo caracterizaba, respondió con una frase que pasaría a la historia: «Señor, no he necesitado tal hipótesis». Su afirmación reflejaba el espíritu de la ciencia moderna, basada en modelos matemáticos y leyes naturales, sin recurrir a explicaciones sobrenaturales.
Intrigado, Napoleón compartió la respuesta con Joseph-Louis Lagrange, otro gran matemático, quien exclamó: «¡Ah! Dios es una bella hipótesis que explica muchas cosas». Al escuchar esto, Laplace replicó con su característica lógica implacable: «Aunque esa hipótesis pueda explicar todo, no permite predecir nada».
Esta anécdota ilustra el contraste entre la visión científica y la filosófica sobre la existencia y el conocimiento. Mientras la ciencia busca describir el universo a través de leyes verificables, la metafísica ofrece explicaciones que, aunque bellas, no siempre resultan útiles para la predicción y el avance del conocimiento.

Cometa C/2024 G3

Cometa C/2024 G3

El cielo nocturno de Chile regaló una imagen poética y trágica: el cometa C/2024 G3 (ATLAS), capturado por el lente del astrónomo Yuri Beletsky, dibujaba un arco luminoso sobre el Observatorio Paranal de ESO, como si despidiéndose de la Tierra antes de su viaje sin retorno. Pero su destino ya estaba sellado. Tras desafiar un perihelio infernal —el punto más cercano al Sol—, el núcleo del cometa sucumbió a las fuerzas que gobiernan el cosmos.
Entre el 18 y el 19 de enero, Lionel Majzik, desde Hungría, documentó el momento crítico. Sus imágenes revelaron cómo la cabeza del cometa, antes compacta y brillante, se desvaneció en una neblina difusa. Era la firma inequívoca de su desintegración, un fenómeno común en cometas que se aventuran demasiado cerca del astro rey. La secuencia capturada desde Chile, combinada con observaciones posteriores en Australia, confirmó lo inevitable: el núcleo de hielo y roca se había fracturado para siempre.
Aunque su corazón desapareció, su legado persiste. La cola del cometa, ahora una «maravilla sin cabeza» —como la bautizan los astrónomos—, seguirá surcando el cielo unos días más, fantasma de lo que alguna vez fue. Estos restos efímeros son testigos de un ciclo cósmico: nacimiento, viaje y disolución, todo en el mismo aliento.
La historia del cometa ATLAS no es solo una tragedia celeste, sino un recordatorio de la fragilidad y el dinamismo del universo. Gracias a la colaboración global de observadores como Beletsky, Majzik y equipos en Australia, la ciencia logra capturar instantes fugaces que, de otro modo, se perderían en la inmensidad del espacio. Cada desintegración, cada destello, encierra pistas sobre la formación de nuestro sistema solar y los riesgos que enfrentan estos viajeros interestelares.
Mientras su cola se desvanece, nos queda la imagen de su arco sobre Paranal: un último guiño de belleza antes de fundirse en la eternidad. El universo, indiferente y majestuoso, sigue escribiendo historias que nos conectan con lo efímero y lo eterno.

Parecéis carneros

Parecéis carneros

«¿Te ha gustado la escuela? Mucho. Y no pega. El maestro no pega. No, el maestro don Gregorio no pegaba. Al contrario, casi siempre sonreía con su cara de sapo. Cuando dos se peleaban durante el recreo, él los llamaba, «parecéis carneros», y hacía que se estrecharan la mano. Después los sentaba en el mismo pupitre. Así fue como conocí a mi mejor amigo».

~ Manuel Rivas, “La lengua de las mariposas”

Tadeusz Corno y su matemática orgánica

Tadeusz Corno y su matemática orgánica

Tadeusz Corno (1876-1921) es una figura oscura y enigmática en la historia de las matemáticas. Pese a su aislamiento académico y la falta de reconocimiento en vida, su obra presenta una originalidad desconcertante. Corno no solo exploró nuevas dimensiones de la matemática, sino que también llevó su propia lógica al límite, creando teorías revolucionarias que, paradójicamente, se han mantenido al margen del interés científico.

La vida de Tadeusz Corno dio un giro inesperado a raíz de una peculiar interacción con uno de sus alumnos, Juan Corno, en el modesto Liceo de Las Piedras. Este joven, con una aparente incapacidad para aceptar que «dos más dos son cuatro», sembró en Tadeusz una duda existencial. A través de ejercicios y ejemplos que involucraban objetos cotidianos, Tadeusz intentó demostrar lo evidente, pero Juan no se convencía.
El episodio culminante llegó con una caja de zapatos que contenía ratones vivos, desafiando la noción de que la suma es invariable. La incapacidad de Tadeusz para explicar cómo «dos ratones por un lado y dos por otro» podían transformarse en veinticuatro, marcó el inicio de su obsesión y, posteriormente, de su trágico declive personal.
De esta experiencia, Tadeusz desarrolló lo que llamó «Matemática Orgánica», una rama completamente diferente de la matemática tradicional. Su enfoque implicaba observar cómo los objetos vivos interactúan con conceptos aritméticos y geométricos. Esto lo llevó a formular la «Geometría Variable», un campo con elementos desconcertantes como:

  • Geometría de los bichos de la humedad: Aquí, los bichos enrollados representan puntos geométricos. Al desenrollarse o moverse, desestabilizan las figuras y las sacan del plano.
  • Geometría de las lombrices: Las líneas rectas y curvas son sustituidas por lombrices vivas que, al cambiar de forma, edad o dirección, alteran las propiedades de las figuras.

Estos sistemas, aunque incompletos y extremadamente complejos, revelan una visión profundamente filosófica sobre la impermanencia y la transformación, conceptos más cercanos a la biología o la psicología que a la matemática tradicional.
La obra de Corno dividió opiniones. Para algunos, sus teorías eran producto de un delirio esquizofrénico, mientras que otros veían en su trabajo un potencial aún por descubrir. Un reducido grupo de admiradores ha dedicado sus esfuerzos a preservar y divulgar sus ideas, confiando en que algún día puedan dar lugar a una revolución científica.
El trabajo de Corno no solo desafió las matemáticas tradicionales, sino que también reflejó las tensiones entre la lógica formal y las complejidades de la vida real. Su «Matemática Orgánica» invita a reconsiderar las bases mismas de la abstracción matemática, aunque con un costo: el riesgo de perderse en una «selva tropical» de números y figuras inestables.

Hoy, el nombre de Tadeusz Corno sigue siendo desconocido para la mayoría, pero su obra representa un recordatorio inquietante de que las matemáticas, como la vida misma, a menudo residen en los márgenes de la comprensión.